Contenido creado por José Luis Calvete
Fútbol Internacional
Novela sin final feliz

Neymar se queda en el París Saint Germain, incómodo y preso de sus caprichos

Barcelona no alcanzó un acuerdo con PSG y el brasileño estará obligado a reconstruir una relación rota con su club, la hinchada y el vestuario.

02.09.2019 16:06

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Llegó a París en busca de una plataforma en la que nada ocultara su propio brillo y dos años más tarde el brasileño Neymar se encuentra encerrado en un destino que no le satisface y desprovisto de buena parte del prestigio con el que aterrizó.

Su pase al Barcelona, que fue la novela del verano europeo 2019, finalmente no se concretó. En filas culés no pueden pagar los 300 millones que exige el PSG ni en efectivo ni combinando dinero con futbolistas como moneda de cambio. El ex Santos tiene contrato hasta 2022, pero a partir del 1.° de julio su cláusula de salida bajará a 170 millones de euros.

El jugador más caro de todos los tiempos aparece ahora víctima de su propia extravagancia, incapaz de encontrar la puerta de salida del París Saint-Germain, poco cercano a sus compañeros de equipo y distanciado de una hinchada a la que ha despreciado.

A partir de ahora precisará todo su talento para volver a situarse en el lugar en el que estaba cuando a mediados de 2017 huyó del Barcelona convencido de poder atacar desde otro país la hegemonía de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

Sin crédito en París

Su aventura en el PSG ha estado marcada por las lesiones, la falta de exigencia deportiva y, finalmente, el aburrimiento del club y de la ciudad. Su desesperado intento de salida, frenado por las altas ambiciones de los propietarios qataríes del club, resumen bien el estado en el que se encuentra: atado a un capricho.

Su crédito en París está agotado y cada uno de sus pasos será analizado con lupa. Mucho tendrá que convencer para recuperar el corazón de unos fanáticos decepcionados con su comportamiento, que consideran lejano a los éxitos que prometía su condición de estrella planetaria.

Neymar, que se creía todopoderoso, chocó con unos propietarios qataríes que ponen en segundo plano las cuestiones económicas y que han convertido al brasileño en un asunto de estado que no podía manchar la reputación de todo un país.

En el PSG, el brasileño registró peores números que en sus cuatro anteriores temporadas en el Camp Nou y, sobre todo, ha visto cómo las lesiones lo iban dejando afuera en los momentos clave de cada temporada. Aun así, lleva 52 goles en 58 partidos en París, donde ganó dos ligas, una Copa de Francia y una Copa de la Liga.

Entre la deuda europea y las lesiones

Pero Neymar todavía no consiguió que el club dé el salto de calidad a nivel europeo que los propietarios qataríes esperaban cuando en 2017 pagaron los 222 millones de euros de la cláusula de rescisión de su contrato con el Barcelona.

En parte, por las lesiones. Pero también porque su concurso en los duelos decisivos no ha sido tan determinantes como podía esperarse de un jugador que llegaba con el cartel del tercero de más calidad del mundo.

El quinto metatarsiano del pie derecho fue su principal enemigo. Se lo rompió el 25 de febrero de 2018 en un partido contra el Olympique de Marsella, pocos días después de la ida de la Champions League ante el Real Madrid y pocos días antes de la vuelta.

En el Bernabéu, Neymar fue transparente y en el Parque de los Príncipes su ausencia contribuyó a la depresión generalizada que acabó con la aventura en la Liga de Campeones del equipo dirigido entonces por Unai Emery.

Al año siguiente, cuando la temporada se acercaba a las fechas decisivas, el mismo pequeño hueso del pie volvió a resentirse, lo que le hizo perderse la serie contra el Manchester United, de nuevo punto de llegada en octavos de final en Europa.

El equipo volvió a fracasar sin su estrella

Pero, más allá de esas bajas, Neymar ha ido dejando en París la imagen de un jugador egoísta y caprichoso, poco implicado en la vida del club, lejano a sus compañeros y más preocupado por su propio destino que por el bien de la entidad.

El enfrentamiento que protagonizó nada más llegar con Edinson Cavani desencadenó todo. Neymar quiso dejar claro que él era la estrella, pese a que el delantero charrúa, el máximo goleador histórico del club, también reclamaba tirar los penales. No dudaron en mostrar ante el público y las cámaras sus desavenencias, mientras desde la tribuna el apoyo era para el uruguayo.

En paralelo, Neymar alimentó su endiosamiento, siempre rodeado de una corte de aduladores, sin miedo a presumir de fortuna. Sus viajes al carnaval de Brasil, sus fiestas a ambos lados del Atlántico,... su tren de vida de estrella del rock le generaron poco calor por parte de los aficionados.

Menos aún a medida que, junto a él, sin hacer tanto ruido, emergía la figura de Kylian Mbappé, un futbolista que cultiva la humildad, que apenas aparece fuera del marco del fútbol y que, siempre sonriente, se ha ido ganando al público. Sin contar con que ese trabajo le ha ido dando frutos, como el Mundial de Rusia con Francia, hasta el punto de que el propio Pelé, amigo personal de Neymar, designó al precoz francés como su sucesor.

El punto final fueron las acusaciones de violación que, aunque archivadas por la policía brasileña, dejaron al descubierto un estilo de vida poco apropiado para un futbolista. El brasileño fue dejando en París buena parte de los valores que lo convirtieron en el jugador más caro del mundo.

A pocas horas del cierre del período de pases, ya sin esperanzas de que el Barcelona pueda llegar a un acuerdo con el PSG para concretar su vuelta, comunicó al club y a sus compañeros que se queda. Mantiene el prestigio de ser un astro, pero tiene ahora que reconciliarse con la hinchada, el club y sus compañeros para volver a ser el heredero natural de Messi y de Ronaldo.

EFE / FútbolUy