Contenido creado por José Luis Calvete
Nacional
Nutrido de potencial

Felipe Carballo: la promesa tricolor que sueña con ser nutricionista y campeón

Conocé a Felipe Carballo, el volante de Nacional que hasta los 16 años jugaba poco y que con 19 le ganó a Ze Roberto y aspira a ser campeón con el club del que es hincha. “Es mentira que no se pueda estudiar y jugar”, contó a Montevideo Portal, pronto para comenzar su segundo año de nutrición.

14.03.2016 08:22

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2016-03-14T08:22:00-03:00
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Felipe Carballo lleva un año estudiando nutrición. Le quedan cuatro para recibirse en esa cancha, pero en la de césped ya tiene el título de jugador. Se recibió con nota el pasado miércoles en el estadio del Palmeiras, y al menos a simple vista parece pronto para ejercer.

Esa carrera, bastante más larga que las universitarias, comenzó con sólo tres años en el baby fútbol de Belgrano, un equipo cuya cancha quedaba frente al Centenario pero que no existe más. "Como no había niños de mi edad tenía que jugar con mis categorías más grandes. Yo quería siempre jugar al fútbol", recordó en diálogo con Montevideo Portal.

"Era flaquito y jugaba poco"

Su padre, el profesor Javier Carballo, trabaja actualmente con Gerardo Pelusso y tuvo mucho que ver en el camino que transita. Su apoyo fue constante aún en momentos complicados, donde la continuidad parecía un objetivo utópico en plena adolescencia. También influyó más de niño, ya que su trabajo lo llevó con familia y todo a México, donde trabajó en San Luis de Potosí, Tiburones Rojos de Veracruz y Santos Laguna.

"Hubo un par de años de baby que los hice en México. En pre-séptima ya estaba acá de nuevo y jugaba en la selección de la Liga Palermo, donde me vio el Pato López, que es un captador de Nacional y era el técnico de la Liga Palermo. Él me dijo para ir a probarme. Me habían llamado de otros cuadros pero yo quería ir a Nacional como fuese, así que cuando me llamó fui enseguida", contó sobre su llegada al club de sus amores.

Lo ficharon y comenzó en séptima, pero jugaba poco porque "era chiquito y flaquito". "Me desarrollé tarde y no jugaba nunca. Entre séptima (sub-14) y sub-16 habré jugado cuatro o cinco partidos, como mucho. Entraba en algún partido que otro y no tenía continuidad, pero yo quería llegar a primera porque era mi sueño", recordó, y asegura que la clave fue "nunca bajar los brazos".

"Cambia el vestuario. La diferencia más grande la notás en las derrotas"

"Hasta ahí jugaba de enganche, pero en sub-17 me empezaron a poner más atrás y rendí bien. Ahí hice sub-17 y sub-19, y de sub-19 llegué a Primera División", explicó este buen mediocampista central, que combina despliegue, recuperación y buen trato de pelota.

Esas características lo hicieron entrenar por primera vez con el grupo principal dirigido por Álvaro Gutiérrez en el verano de 2015, pero tras la pretemporada volvió al sub-19. "Después a mitad de año Gustavo (Munúa) me subió para hacer la pretemporada con el plantel principal y ya quedé hasta ahora", comentó, aún sorprendido por el rápido paso del tiempo y por las diferencias que encuentra en un vestuario mayor.

"Pese a que hay mucha gente joven en el plantel, el vestuario cambia mucho, en cuanto a las charlas y las cosas cotidianas", explicó, y aseguró que "la diferencia más grande se ve en las derrotas", dado que "a nivel juvenil no se nota tanto esa tristeza y desazón". "En primera es distinto; están todos callados y te das cuenta que perdiste. Es mejor, así lo sentís y generás ese sentimiento de no querer volver a perder nunca", reflexionó.

El debut y Palmeiras: "cuando tocás la primera pelota te tranquilizás"

Su debut fue sustituyendo a Gonzalo Bueno a 20 minutos del final del partido que Nacional le ganó a Sportivo Luqueño 3-2 en un torneo de verano en 2015, con un gol olímpico de Álvaro Recoba. Sin embargo, el estreno oficial se hizo esperar más de un año, y se produjo el 25 de febrero de 2016 ante Rosario Central por la Libertadores.

De esa noche, que terminó con empate a uno en el Gigante de Arroyito, recuerda que "estaba con los suplentes volviendo para el banco porque quedaba muy poco tiempo". Rosario Central acababa de empatar y el Bolso se había quedado con 10 hombres por la expulsión de Mauricio Victorino. "Me estaba por sentar y Gustavo me llamó, así que fue algo de inmediato y no me dio para pensar en nada. Entré", recordó.

Apenas tres días después arrancó de titular en la derrota 2-0 ante Plaza Colonia, en un cotejo que se complicó demasiado ya en el primer tiempo con la expulsión de Sebastián Eguren. Si bien fue su primera vez en la formación inicial, el primer gran encuentro que recuerda está muy fresco aún en la memoria de los hinchas.

"Contra Palmeiras fue el más importante por todo lo que significó y por el contexto; Copa Libertadores, de visitante, jugando con un jugador menos y terminar ganando. Además hacía cuatro partidos que no ganábamos", reconoció. Munúa lo llamó enseguida de la expulsión de Jorge Fucile y sustituyó a Leandro Barcia sobre el final del primer tiempo para ubicarse en el centro del campo y pasar a Santiago Romero al lateral.

"Cuando me llamaron para entrar tenía unos nervios terribles, pero al ingresar a la cancha te cambia todo. Tocás la primera pelota, te tranquilizás y vuelve todo a la normalidad, más allá de que se siente el hecho de ser visitante. Por suerte pudimos sobrellevarlo bien", comentó Carballo, aún sorprendido por haber terminado festejando abrazado con dos jugadores con los que tiene recuerdos de muy joven.

La foto con Ze Roberto: "es un monstruo"

"Con Victorino y el Coco Conde tengo una foto que me saqué cuando estaban en la U de Chile, donde en ese entonces (2010) trabajaba mi padre. Yo como niño iba a verlos a todas las prácticas, y terminar el otro día el partido y abrazarnos todos es de esas cosas que sólo te da el fútbol", comentó emocionado, más allá de haberse perdido el festejo del vestuario ganador por salir sorteado para el control antidoping.

"Por primera vez me tocó el antidoping y no tenía idea. No me dejaron ir al vestuario y me llevaron ni bien bajé la escalera. Había otro jugador del Palmeiras y al rato llegó Ze Roberto. Yo no podía creerlo, porque lo había visto en Mundiales, en el Bayern Múnich, en el Real Madrid... Te impresiona", reconoció, y continuó el relato mostrando que no le pesó el miedo escénico, así como tampoco lo afectó minutos atrás en la cancha.

"Justo me tocó el antidoping con Léo Gamalho y hablaban todos entre ellos en portugués. Yo estaba expectante, pero después empezamos a hablar con Ze Roberto y Léo me traducía. Te das cuenta de la calidad de jugador que es por cómo nos hablaba y nos trataba a pesar de que había perdido. Esas cosas hacen la diferencia en esa clase de jugadores. Le ganamos, le pedí una foto y bancó. Es un monstruo, y te das cuenta lo profesional que es", narró, al mismo tiempo que enviaba la foto con el crack brasileño de 41 años a través de Whatsapp.

Los referentes: Eguren y Toni Kroos

No tardaron en llegar los aplausos, pero no lo marean. "Todos los compañeros me felicitaron por el partido que hice. Capaz que ahora tengo un poco más de confianza, pero la confianza ya me la había dado el cuerpo técnico y el resto del plantel por cómo nos tratan a los juveniles, juguemos o no", admitió.

Entre los preferidos en su puesto no duda al señalar a Sebastián Eguren, quien además es un referente dentro del grupo. "Ahora que lo conozco y comparto vestuario con él, Eguren; por la trayectoria que tuvo, por cómo es conmigo y por lo que me enseña y me ayuda. A nivel internacional el alemán Toni Kroos, del Real Madrid", respondió.

"Es mentira que no se puede jugar y estudiar"

Metido de lleno en el fútbol y consciente de sus posibilidades, sabe que estudiar lo ayudará en un futuro. "Terminé el liceo y el año pasado entré a la facultad; hice un año de nutrición y ahora arranco el segundo y las materias que me quedaron del primero. También estoy haciendo inglés; di el First Certificate y voy a continuar. Se complica con el fútbol, pero se puede. Es mentira que no se pueda jugar y estudiar", afirmó.

Si bien no es lo más normal en una concentración de fútbol ver a un jugador estudiando, se salvó de las gastadas y recibe aliento para seguir. "Una vez me pasó que a los dos días de la concentración tenía un examen y llevé material para estudiar, pero no me hicieron más que un par de bromas. Al contrario, me felicitan por estudiar", agrega.

"Vivo en La blanqueada. De chiquito siempre estuve rodeado por estos tres colores y además mi padre trabajó en Nacional. Soy hincha a muerte", dice con orgullo, por lo que no sorprende que su sueño sea "salir campeón Uruguayo con Nacional y también de la Libertadores, aunque sea más difícil". "También tengo el sueño de la selección, que es el de todo jugador de fútbol", añade Carballo, nutrido de ilusiones y de potencial para seguir exhibiendo el título de jugador profesional.


Montevideo Portal l José Luis Calvete