Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas
Una de Romano

Conversamos con el relator Rodrigo Romano

“Hay sólo un colega con el que no me hablo, que, de un día para el otro, me dejó de saludar, a mí y a varios de mis compañeros”, dijo a Montevideo Portal Rodrigo Romano. Conversamos con el relator sobre su carrera, sus mejores y peores momentos en el fútbol, su vocación, su relación con Tenfield y los colegas y la violencia en el deporte.

28.01.2013 18:35

Lectura: 15'

2013-01-28T18:35:00-03:00
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Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
jcostigliolo@montevideo.com.uy

Se dice no sin cierta sabiduría que detrás de cada periodista deportivo se esconde un futbolista frustrado. Rodrigo Romano dice ser la excepción, porque para él, el sueño del pibe era gritar ‘Uruguay campeón'.

"A los siete, ocho años, me empezó a tirar el periodismo deportivo, y más que nada el relato, me gustaba mucho", cuenta. "Me acuerdo que me ponía delante del televisor, tenía un micrófono que era como de papel, y empezaba a relatar, obviamente sin las nociones básicas de los tiempos, sin el vocabulario que hoy en día puedo llegar a tener, pero desde ese momento veía que lo tenía en la sangre, que era vocacional".

Hijo de padres separados, se crió con sus abuelos maternos en Gregorio Funes, entre Las Heras y Jaime Cibils, cerca del Dámaso y la UTU de La Blanqueda, donde por un momento ilusionó con una carrera de contador, y a pasitos del Estadio, la otra escuela.

Tiene 36 años y desde los 23 le pone la voz al fútbol uruguayo. Es el responsable del resumen de los goles del fútbol local y de compatriotas en el exterior en RR.Gol, y además relata sin prejuicios partidos de las ligas inglesa, italiana, alemana, griega y portuguesa.

Antes del deporte fue cobrador de una empresa de fumigaciones. Eso fue a los 16, cuando quiso ayudar a sus abuelos, y mientras se daba cuenta de que las matemáticas y él no se llevaban, y cuando empezaba a cobrar fuerza la certeza de que la pelota tiraba más, mucho más que los libros.

"En un momento los senté a mis abuelos y les dije ‘no quiero más'. Hay una anécdota que pinta clarito cómo me sentía: estaba en mi casa, estudiando para un examen de Historia. Tenía un libro, y abajo tenía El Gráfico. Mis abuelos se daban vuelta y yo metía El Gráfico arriba del libro. Recuerdo que en ese examen me fue para el traste. No había estudiado nada. Realmente mi cabeza estaba enfocada en otra cosa, hasta que no me traicioné más a mí mismo y tomé la decisión de hacer lo que quería. Ya estaba laburando en radio en ese entonces", apunta.

"Arranqué en radio Universal en 1994, así que el año que viene va a hacer 20 años que estoy vinculado, de una manera u otra a los medios. Tenía 18 años en ese entonces. A los 17 salí por primera vez al aire, en un programa de básquetbol, después pasé al fútbol con Kesman, me hicieron una prueba de voz para TyC Sports, que era la empresa que tenía los derechos del fútbol uruguayo en ese entonces, y en junio de 1999 empecé a relatar en Tenfield. Laburé cinco años en radio, pero hice de todo: vestuarios, fui a las canchas de básquetbol, cubrí las canchas de fútbol, más de una vez me quedé haciendo las tareas de estudios centrales, porque me gusta mucho el acopio de información".

Cuenta que "eso fue del '94 al '99, y ahí sí vino la gran oportunidad de laburo, que hoy perdura, y es lo de Tenfield. También a medio camino abrió Sarandí Sport en junio de 1997, y yo fui parte de los que empezamos la radio desde el primer día, el 8 de junio, con el partido entre Uruguay y Colombia por Eliminatorias. En 2008, a raíz de unas decisiones económicas que adoptó la radio, preferí dar un paso al costado. Yo considero que el periodista, como cualquier trabajador, tiene que ser remunerado en base a su tarea, y no llevar avisos. En ese momento la radio estaba muy mal, y la idea era que cada uno ‘se pagara su sueldo'. No comulgo con eso y di un paso al costado, por lo que me quedé sin radio. La extraño, pero invertí el tiempo en otras cosas, en estar más tiempo con mi hija, hacer deporte, prepararme mucho más para la televisión... No me arrepiento".

Para Romano, la práctica de que los periodistas ‘vendan avisos' es "espantosa", y "va contra la calidad del producto final. Hay de todo, como en todos lados, pero yo no comulgo con la idea de vender, no me sale, no me gusta, siento que voy a mendigar, a pedir limosna. Hay gente que se encarga de eso, que vive de eso, y yo no lo hago, no me gusta".


La manera correcta de gritar


Creativo, responsable y detallista hasta la obsesión, Romano se define como ‘meticuloso'. "Considero que el que está del otro lado, sea radio o televisión, se merece el mayor de los respetos, y el mejor de los trabajos. Yo estoy buscando datos y no puedo fallar, siempre hay alguno que te está ‘midiendo el aceite', y que sabe si estás mintiendo o diciendo la verdad. Me ha tocado relatar en partidos de Copa del Mundo, Copa América, Sub 20, Eliminatorias, fútbol local, alemán, griego, portugués... Tengo la escuela de preparar el partido. Hay quienes no lo hacen, es su técnica, su teoría, su escuela. Me gusta hacerlo así, porque achico el margen de error y tengo la forma de individualizar a los jugadores".

Es, también, el azote de las embajadas extranjeras que reciben sus periódicas llamadas preguntando la pronunciación de tal o cual apellido.

Los colegas más veteranos, hijos de otro tiempo, "nunca me dijeron ‘vos no sabés nada', siempre salió de mí el hecho de prepararme, como un contador, un arquitecto, un médico, como cualquiera. Esta es mi profesión, es mi forma de vida, y trato de ser el mejor. No me creo el mejor, pero trato de serlo. El que tiene que juzgarte es el soberano, que es el televidente o el que está escuchando por la radio".

El tipo de la radio

"En mi casa se escuchaba a Carlos Muñoz", recuerda. "En una época él hizo un concurso para relatores jóvenes. Me acuerdo de estar con mi abuelo, escribir la jugada, relatarla, grabarla y mandarla en un viejo cassette. Muñoz pasó un relato mío, y para mí era como tocar el cielo con las manos: escuchar tu voz en la radio en un concurso de relatores fue maravilloso".

Lejos de la inabarcable leyenda de Carlos Solé y Heber Pinto, cantores de gesta del fútbol uruguayo y cuya filiación reclaman una y hasta dos generaciones de relatores vernáculos, a Rodrigo Romano le tocó buscarse en otros reflejos. Autodidacta de cabeza abierta, en tiempos de incipiente internet logró dominar los distintos lenguajes de la radio y la TV con una amalgama de tradición y aires nuevos. De esos referentes involuntarios, reconoce a Víctor Hugo Morales, "un ícono para todos, un gran espejo. Porque es un fenómeno relatando, hablando, tiene un léxico y una verborragia llamativa, te cuenta las cosas de una manera muy especial. Hay relatos suyos que son emblemas. El gol de Maradona a los ingleses en el ‘86, por ejemplo: yo tenía 10 años, y hasta el día de hoy recuerdo palabra por palabra ese relato...". "Hay muchos", continúa. "Yo trabajé muchos años con Kesman y con Sonsol, y no puedo decir que haya sacado algo del relato de ellos porque tomé otro camino, pero sí aprendí mucho a su lado".

Y en su memoria atesora una historia con "el fenómeno de Carlos Prieto, que relataba en televisión hace muchos años, un tipo al que admiro porque ha hecho cosas formidables en su tiempo", agrega. "A mí me habían llegado rumores de que Prieto decía ‘mirá este chiquilín, las cosas que dice, que nadie se anima a decir'. Pasó el tiempo y yo nunca lo pude ver a Prieto, y un día en el Estadio me manda llamar, y me dice ‘quiero felicitarlo a usted, porque usted me ganó, pensé que era una cosa y terminó siendo otra'. Para mí eso fue muy bueno, porque quiere decir que mi laburo, que yo hacía con sacrificio, estudiando, estaba bien. Yo no quería quedar como un payaso, como un pelotudo. Soy de agregar mucha cosa extra fútbol en los partidos, siempre para brindarle algo más al espectador. Sobre todo cuando los partidos son aburridos, algo que acá, en Uruguay, nos toca seguido".

Esa manía de ‘agregar cosas' no nace de la casualidad. Romano anda para todos lados con una libreta, en la que va anotando frases, ideas y apuntes para incorporar al relato. "En 13 años de relato de televisión hay un montón de frases, la ‘frutilla', el ‘limón', las frases para los comentaristas, cosas que se me ocurren en el momento. Hay mucha locura también. Soy un tipo que se siente loco en ese sentido, de estar tirando cosas permanentemente para que el público no se aburra".

Marca registrada

A nadie se le escapa que Tenfield es el gran cuco para el periodismo deportivo. La empresa, propietaria de los derechos de televisación del fútbol uruguayo, dividió las aguas desde que se hizo de los mismos en 1998. Muchos comentaristas y relatores declararon su guerra sin cuartel, y algunos fueron bajando los decibeles del conflicto con el paso del tiempo. Más aún: terminaron incorporados al staff de la compañía. Otros, en cambio, continúan con su enfrentamiento desde espacios más bien laterales.

Romano reconoce que "hay grandes cuestionamientos hacia Tenfield. Creo que el mayor de ellos es porque está la figura de Francisco ‘Paco' Casal. Si la empresa la dirigías vos o la dirigía yo, de repente no pasaba nada. Pasa que Paco es un hombre con mucho poder en el Uruguay, que toda la vida manejó jugadores. Hay sólo un colega con el que no me hablo, que, de un día para el otro, me dejó de saludar, a mí y a varios de mis compañeros. Tendrá sus razones, yo no comulgo con ellas, con su filosofía de vida. Pasó algo y nos dejó de saludar a todos, cuando tuvo problemas con una sola persona ahí adentro. El relacionamiento con el resto de los profesionales es bueno. Ahora está mucho más aplacado, pero, en su momento, era ‘los que estábamos adentro' y ‘los que estaban afuera'. Yo siempre voy a defender al que me da de comer, considero que tiene que ser así. Cualquier empleado va a defender su fuente de trabajo. Si a mí me atacan, atacan a algún compañero o a mi fuente de trabajo, voy a salir a defenderme. Después, es como todo: hay que tratar de mantener un equilibrio, porque tenemos libertad de expresión. Es mentira que en Tenfield nos dicen qué es lo que tenemos que decir. Jamás, en 13 años, a mí me dijeron ‘no hables de este tema' o ‘hablá bien de esto'".


Y agrega que "a Casal, en 13 años, lo debo haber visto cinco o seis veces. Nosotros no lo vemos. Él pasa circunstancialmente, tiene sus negocios, habla con sus pares, (Nelson) Gutiérrez y (Enzo) Francescoli, pero no se reúne con los periodistas. Hay una leyenda urbana, que dice que Casal nos llama tres veces por día, a mí, a Juan Carlos (Sczelza), a (Máximo) Goñi, a (Alberto) Kesman, a (Julio) Ríos, y no es así".

Tiempos violentos

La violencia en el fútbol es un tema recurrente y lamentable en la crónica periodística. "No sé dónde está el nudo de todo ese lío", dice Romano. "Me parece que los que realmente están fuera de foco son 200 o 300 de cada lado, no creo que sean muchos más. Lo que pasa es que las medidas son cada vez más en contra de la ‘buena gente' que de la mala. No puede ser que la policía declare públicamente que a la Ámsterdam no entra, como si fuera otro planeta. No puede ser que los policías tengan que salir escoltados, como lo vimos, por un hincha de Peñarol, para que no los maten".

Más allá de las indignaciones, Romano entiende que todo el asunto tiene un trasfondo donde las causas se entrecruzan. "Hay un negocio. En Argentina hay un negocio muy grande con las barras, y acá, cada día está proliferando más, lamentablemente. Entradas, drogas, alcohol, eso ya no se puede disimular, está muy claro. Y hay mucho delincuente metido en el medio, que no tiene idea de lo que es la camiseta de Peñarol o Nacional, y va a delinquir aprovechando el volumen de gente".

Además, agrega, "hay mucho guacho también que no tiene nada en la cabeza, y el fenómeno de la pasta base ha afectado mucho. El que va armado a un partido de fútbol, a un partido de básquetbol, tiene cero materia gris. Si vas armado a un partido, a un espectáculo público, cabe la posibilidad de que uses el arma. A Soledad Barrios la mataron de esa manera. ¿Por qué la mataron? ¿Por el simple hecho de apuntarle a un ser humano? Por ahora el fútbol se va salvando, salvo algunos episodios lamentables como la muerte de Da Cunha, que fue una muerte terrible, porque lo mataron entre 20 delante de la mujer y el hijo, pero no sé dónde vamos a ir a parar. Creo que esto es irreversible. No sé si vamos a llegar al punto de jugar a puertas cerradas, pero estoy convencido de que falta muy poco para que, en los clásicos, el Estadio sea sólo del local. No tengo dudas: cada vez hay más vallas, más separación dentro de las tribunas, porque parece un campo de guerra y no un estadio. Los ingleses lo solucionaron porque tienen otra cabeza. Los hooligans eran los peores del mundo, no había territorio de Europa que no tuvieran azotado, y eso lo cortaron. Cambiaron las leyes, cosa que acá no se hace, cambió la forma política de pensar... Las penas son terribles, el que tiene una sanción no puede entrar más a una cancha, y no entra a la cancha. Acá hay mucha gente que tiene problemas en el fútbol y a la semana vuelve a entrar...".

Dulces y salados

Como en cualquier trabajo, en la carrera de Romano hubo momentos de gloria y otros para el olvido. Clásicos garrones y "puteadas permanentes. El día de Nacional-Villa Española, cuando casi lo matan a Kesman, la Guardia Nacional nos tuvo que sacar escoltados. Nos llevaron los autos para dentro del Parque Central, y ahí salimos, como si fuéramos violadores y delincuentes. Eso fue lo más grave que me pasó en el fútbol uruguayo. Afuera, el partido con Venezuela en la Eliminatoria anterior, cuando casi nos matan, nos tiraron hielo. Ese día estuvo complicado. Había mucho alcohol en la tribuna. Fue el 10 de junio de 2009, en Puerto Ordaz. Este año tenemos que volver, y ojalá no sea en esa ciudad, porque no había cabinas, estábamos al aire libre, y no había seguridad para la prensa internacional".

Del otro lado, lo mejor, y no duda, fue "haber podido viajar y relatar el Mundial de Sudáfrica. No esperaba ir, porque los derechos no eran de Tenfield, sino de los canales 4, 10 y 12, y a raíz de una alianza con el 10 entré en el paquete de producción. Después fue una caja de sorpresas, porque empezamos muy bien en la serie, más allá de que el partido con Francia fue el peor partido nuestro, le ganamos notablemente a Sudáfrica y seguimos, y se nos hizo redondito. Creo que si hubiéramos tenido todo el plantel contra Holanda, fundamentalmente a Suárez, se le podría haber ganado. Además nos cocinaron. Tanto el árbitro como los líneas nos partieron al medio, desde el primer gol que arranca con un foul grosero de Van Bommell a Gargano, el off side del gol de Van Persie, un montón de posiciones adelantadas que se le cobraron a Uruguay que no nos dejaron progresar en la cancha. Creo que había claramente una orden de que Uruguay no llegara a la final, aunque después se iba a hacer muy difícil con España".

Además, apunta quien "toda la vida" soñó "con gritar ‘Uruguay campeón'", la Copa América de 2011 fue, "periodísticamente, como tocar el cielo con las manos. Uno de los goles más emocionantes de mi carrera pasó a ser el de Martín Cáceres en la definición por penales con Argentina. Tengo, sin dudas, muchas más cosas positivas que negativas en mis 19 años de carrera".

A veces, dice, se reencuentra con viejos compañeros del liceo, a quienes "atomizaba con el fútbol", y le dicen "Rodrigo, terminaste siendo lo que querías". Para Rodrigo Romano, el sueño del pibe, que no era tras la pelota pero se parecía bastante, se hizo realidad.

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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