Peñarol-Santos 1965, por Tito Goncálvez

Ayer repasamos la única serie final entre Peñarol y Santos por la Copa Libertadores (ver nota), con victoria brasileña y las anécdotas de Néstor Gonçálvez, protagonista de aquellos encuentros. El capitán aurinegro también rememoró en diálogo con Montevideo Portal lo que fueron las semifinales tres años más tarde, que significaron una revancha para los aurinegros.

1965: semifinales con victoria

Peñarol llegaba diezmado, bajo la dirección técnica de Roque Gastón Máspoli. En el transcurso de la Copa perdió por lesiones a Edgardo González, Spencer, el paraguayo Juan Vicente Lezcano y Julio César Abbadie, y se volvía a cruzar con Pelé y compañía.

Consultado por aquel cruce, le costó acordarse a Gonçálvez, dado que "jugamos tanto contra ellos, unas veces amistosos y otras por la Copa, que hay momentos que se me entreveran los partidos. Jugar contra el Santos siempre era importante. Siempre fueron disputados porque era un tremendo acontecimiento. Recuerdo una vez que les ganamos 5-0 y otra que Pelé nos metió su gol 1001 en el arco de la Amsterdam. Tengo su camiseta de ese día como un trofeo hermoso".

En esta semifinal de 1965, el panorama no era el mejor al cabo del primer tiempo en la ida. Fue el 25 de marzo en Pacaembú, escenario elegido por los brasileños que no querían volver a recibir a Peñarol en Vila Belmiro por lo acontecido tres años atrás. El carbonero perdía 5-2 con doblete de Pelé. Pero al astro le atajó un penal Luis Maidana, descontaron en el complemento Sasía y Rocha, y estuvo cerca del empate el mirasol en el cierre.

Peñarol formó con Luis Maidana; Héctor Maciel (ingresó Carlos Pérez) y Luis Varela; Pablo Forlán, Néstor Gonçálvez y Omar Caetano; Ernesto Ledesma, Pedro Virgilio Rocha, Héctor Silva, José Sasía y Juan Joya. Santos lo hizo con Gilmar, Olavo, Joel, Ismael, Zito, Geraldinho, Dorval, Mengalvio, Coutinho (ingresó Toninho), Pelé y Pepe.

Para la revancha, tres días después, se vendieron 72.000 entradas (en épocas donde no se limitaba como ahora el aforo y no existían las butacas) y quedó gente afuera. Esa noche en el Centenario, Peñarol alineó a Maidana; Carlos Pérez y Varela; Forlán, Gonçálvez y Caetano; Ledesma, Rocha, Silva, Sasía y Joya. Santos colocó a Laercio, Mauro, Joel, Olavo, Zito, Geraldinho, Dorval, Mengalvio, Coutinho, Pelé y Pepe. Ambos repitieron las integraciones para el tercer cotejo.

Al igual que en la ida arbitró el argentino Luis Ventre y ganaba Santos 2-1, dando vuelta el score en el segundo tiempo tras el tanto inicial del Lito Héctor Silva. Pero empató Sasía de penal y a dos minutos del final otra vez Silva le dio el triunfo al aurinegro, que forzó tercer partido, nuevamente en River, como en 1962.

Claro que en este caso la historia sería distinta, no sin antes perder otro soldado de cara a la batalla, aunque esta vez no por lesión. El arquero Maidana fue separado del plantel por diferencias con Máspoli y el profesor Roberto Langlade, por lo que en el Monumental se dio el debut de un joven de 19 años llamado Ladislao Mazurkiewicz, quien atajó bárbaro y se quedó con el puesto de un histórico.

En Buenos Aires, el 31 de marzo, esta vez la historia sería favorable al carbonero. Joya abrió la cuenta a los 61', empató Pelé a los 76' y en el alargue el Pepe Sasía decretó el 2-1 final que le dio al mirasol el pase a una nueva final, donde terminó cayendo a manos del campeón defensor Independiente. Ese partido con el debut del gigante Chiquito en el arco, fue el último de Pelé por la Libertadores.

El Peñarol 2011: el de siempre

"Lo hablé con Diego (Aguirre). Un equipo para ganar la Copa tiene que tener dos o tres inconscientes", dijo Gonçálvez, haciendo referencia a "esos jugadores que no miden tamaño, peso, lugar, tradición ni puntaje que les dan. Juegan en la Amazonia y en Wembley de la misma forma. Hoy Peñarol los tiene, y antes también los tuvo".

Claro que "también tienen que saber jugar al fútbol", pero el hecho de que "no conocen el miedo es fundamental, y por eso han llegado a donde llegaron de la mano de este cuerpo técnico que lleva tan bien al grupo". Además, la guapeza bien entendida, un concepto al que define como "enfrentar una situación nueva como si se conociera desde hace tiempo".

El Tito explicó que "el 9 mira para atrás y busca un inconsciente, de esos a los que hoy llaman locos, y en este Peñarol lo encuentra", aunque no quiso dar nombres. Tampoco los dio para los de su época, más allá de que al pasar se le escapó el nombre de uno. "El Pocho Cortés era uno de ellos. No era el único, claro, pero lo quería en todos lados", contó.

"Esos jugadores son de los que si usted sale por la selva y no llevó armas, no les importa. En la selección de 1950 estaban arriba exquisitos como Ghiggia, Schiaffino, Míguez, Julio Pérez, y miraban para atrás y se sentían protegidos, y con esto no quiero decir que fueran miedosos, que no se mal interprete", aclara Gonçálvez, y se anima a dar más nombres.

"Atrás estaban Matías Gonzales, Eusebio Ramón Tejera, Obdulio Varela... No le tenían miedo a nada", y metafóricamente los comparó con un zorrillo, "que es el único ser que a nada le teme y se le planta igual a un camión, pero la diferencia es que el zorrillo siempre pierde. Usted va por la carretera y verá un montón muertos. No han evolucionado".

Lo que sí evolucionó, y mucho, a su modo de ver las cosas, es la tarea de los dirigentes de este Peñarol, "que están haciendo las cosas muy bien", y a partir de su gestión, la elección de Aguirre como director técnico y las contrataciones realizadas, alimentan el sueño carbonero de la sexta Copa Libertadores.