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Que venga la Celeste de ahora

Una mirada de afuera: cómo Uruguay pasó de la brutalidad en el campo al Fair Play competitivo

El cronista británico Tim Vickery analiza hace un análisis del cambio de cultura futbolística en Uruguay y cómo la selección demostró que puede volver a la primera plana mundial sin juego sucio.
02.07.2018 09:41

El pasaje que viene teniendo Uruguay en este Mundial y el tono aleccionador de las conferencias de Oscar Tabárez despertaron el interés de varios medios internacionales por el proceso celeste. La figura del maestro, el técnico de más edad del Mundial, ya motivó varios artículos que intentan analizar cómo Uruguay se volvió un equipo competitivo pese a las diferencias poblacionales con otros equipos.

Tim Vickery, comentarista de la BBC y ESPN, por ejemplo, dedicó un artículo basado no en el cambio futbolístico de Uruguay sino en el disciplinario. Las estadísticas disciplinarias "muestran cómo cambió Uruguay bajo la batuta de Tabárez", dice.

Vickery, de hecho, recuerda que cuando Nacional jugó contra Botafogo por la Copa Libertadores y recibió dos goles en los primeros minutos, solo quedó un tema de interés: ¿cuántos jugadores uruguayos serían expulsados? "Finalmente fueron dos. Era tan predecible. La cultura del machismo en el fútbol uruguayo casi exige que los jugadores reciban una roja. Pero en estos días, ese comportamiento raramente se ve en la selección", cuenta.

"En muchos aspectos, Uruguay es candidato a ser la nación más civilizada en Sudamérica con, por ejemplo, el mejor ingreso distributivo. Pero el país adquirió una reputación de brutalidad en el campo de juego", dice Vickery.

Es fácil rastrear el origen, cuenta. "Uruguay fue el primer rey del juego a nivel global. No perdieron un partido en los Mundiales hasta que la semifinal de 1954 con los geniales húngaros fue a alargue. Pero a medida que el fútbol se popularizaba en el mundo, se volvió imposible para una nación tan pequeña (3.3 millones de habitantes) mantener su prominencia. Como se ha dicho, otros países tienen su historia y Uruguay tiene su fútbol. Perder, entonces, se sentía como una desgracia nacional, y la humillación debía evitarse por todos los medios". A veces, cuenta el cronista, esta voluntad de ganar llevaba a usar trucos sucios, lo que se convirtió en parte de la cultura futbolera del país.

Vickery cuenta incluso que en las eliminatorias del 2006, tras una derrota abultada con Colombia, Jorge Fossati la atribuyó a la ausencia de espíritu resiliente, demostrada en el hecho de que el equipo no recibió suficientes tarjetas amarillas.

"Por suerte, Oscar Tabárez ve las cosas en forma diferente. El veterano técnico, un hombre sumamente educado, había pensado por mucho tiempo sobre las dificultades de competir en un ambiente contemporáneo tan globalizado. Y antes que arengas baratas, puso su fe en la planificación, en el hecho de usar las selecciones juveniles para identificar y desarrollar futbolistas con rapidez de movimientos, pensamiento y ejecución técnica para prosperar en el fútbol moderno".

Estos jóvenes, también, serían educados como ciudadanos. Se les daría un curso intensivo sobre la historia y la importancia de la Celeste. En resumen, "el proyecto de Tabárez estaba lleno de valores humanos y futbolísticos".

"Por ello el técnico no solo está orgulloso de liderar a Uruguay en su regreso a la primera plana mundial. También lo está de los premios Fair Play que sus jugadores obtuvieron en el camino", cuenta el cronista. Una historia ilustra este punto. "La temporada pasada, Tabárez llamó al joven delantero Maxi Gómez, parte de la escuadra mundialista y visto como posible sucesor de Luis Suárez y Edinson Cavani. Gomez disfrutaba una buena temporada en el Celta de Vigo y Tabárez lo felicitó por su racha de goles, pero le advirtió también que estaba acumulando muchas tarjetas amarillas. Gómez le dijo que otro compañero más veterano de Uruguay ya lo había llamado y le había dicho lo mismo. Tabárez y sus jugadores parecían cantar la misma canción".

"Ahora, con cuatro partidos ya jugados en el Mundial, Uruguay tuvo solo una amarilla. Hicieron un dispositivo de retaguardia con Portugal el otro día sin recibir una sola tarjeta", dice el cronista británico.

"Tabárez y su actual cosecha de jugadores dejan en falsa escuadra la noción de que cualquiera con una camiseta celeste debe pegar primero y preguntar después. Están mostrando que una nación pequeña puede ser competitiva sin tener que romper las reglas", concluye.